El Talibán celebra dos años de su regreso al poder

KABUL.-Agosto 16 del 2023.- (EFE).— A pesar de que en el acuerdo de Doha los talibanes se comprometieron a respetar los derechos humanos tras la retirada de tropas de Estados Unidos, el retorno al poder de los fundamentalistas hace dos años supuso el fin de los avances logrados por las mujeres en las pasadas dos décadas.

Desde vetar el acceso a la educación hasta la más medida más reciente de ordenar el despido de aquellas que no lleven puesto el velo en sus puesto de trabajo, los talibanes han impuesto una plétora de restricciones que atentan contra los derechos de las mujeres mientras la crisis humanitaria y económica de la población se agrava por falta de apoyos de la comunidad internacional.

El ascenso de los talibanes vino acompañado del primer veto hacia las mujeres: la educación secundaria. Afganistán es, hoy día, el único país en el mundo que prohíbe la educación femenina.

El veto a la educación se extendió en diciembre pasado a las instituciones universitarias y superior.

A esta medida se sumó la prohibición de rezar en las mezquitas, estudiar en instituciones privadas y realizar estudios religiosos en esos templos.

Además de la educación, las mujeres tampoco pueden trabajar en ONG, ni en salones de belleza, ni salir a la calle con el rostro al descubierto ni si un motivo, ni a realizar trayectos largos sin el acompañamiento de un familiar masculino.

Detrás de estas y otras restricciones, como la de prohibir que las mujeres y niñas visiten parques de atracciones o practiquen deportes atléticos, se encuentra el todopoderoso Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, que sustituye el Ministerio de la Mujer instaurado por el depuesto gobierno.

“La prohibición de la educación, el trabajo y el movimiento público significa que estamos viviendo en prisión”, indicó a EFE Ghotay, una joven exuniversitaria de 22 años.

Las mujeres tampoco se encuentran representadas en el gobierno de los fundamentalistas, que además las despojó de las instituciones, excepto para algunas funciones, como en controles pasaportes, aeropuertos y hospitales.

Las mujeres representaban el 37% del Parlamento afgano y entre el 28 y el 30% de puestos de funcionariado de gobierno antes de los talibanes tomasen Kabul, de acuerdo con varios informes oficiales.

Pese a que los talibanes prometieron un gobierno inclusivo en Afganistán, hoy hay pocos representantes de etnias no pastunes —la mayoritaria de los talibanes— u otras minorías, y ninguna mujer en las instituciones afganas.

La prohibición de trabajar en ONG y en los salones de belleza afectó a miles de familias encabezadas por mujeres que dependían de sus ingresos para sobrevivir en un Afganistán asolado por la pobreza.

“Las mujeres y las niñas no solo perdieron todos los logros de 20 años, sino que su vida personal está bajo una tremenda presión”, dijo a EFE la activista pro derechos Mina Rafiq.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) predijo en septiembre de 2021 que el 97% de las población afgana corría el riesgo de caer por debajo del umbral de pobreza a menos que se lanzase una respuesta urgente de organismos internacionales.