Tiene el fenómeno climático de “El Niño” al menos 250 millones de años
Octubre 21 del 2024.-(EFE).-Un nuevo estudio de modelización muestra que el fenómeno de “El Niño” ha estado presente hace al menos 250 millones de años y a menudo ha sido de mayor magnitud que las oscilaciones que vemos hoy. Imagen: El Niño en agosto de 2023. (Foto de la NOAA, mapa facilitado por la Universidad de Duke).
Un nuevo estudio de modelización muestra que el fenómeno de “El Niño” ha estado presente hace al menos 250 millones de años y a menudo ha sido de mayor magnitud que las oscilaciones que vemos hoy. Imagen: El Niño en agosto de 2023. (Foto de la NOAA, mapa facilitado por la Universidad de Duke).
El fenómeno de El Niño, una enorme masa de agua cálida en el Océano Pacífico tropical que puede cambiar los patrones de precipitaciones en todo el planeta, no es solo un evento moderno. Según nuevos experimentos de modelización tiene al menos 250 millones de años.
Esta es la principal conclusión de un estudio que publica la revista PNAS, que señala que los cambios de temperatura eran más intensos en el pasado, produciéndose estas oscilaciones incluso cuando los continentes estaban en lugares distintos a los actuales.
La investigación está liderada por científicos de la Universidad de Duke, Inglaterra, y la de Pekín, China, y concluye que la oscilación entre El Niño y su contraparte fría, La Niña, ha estado presente desde hace más de 200 millones de años.
Los climatólogos estudian el Niño-Oscilación del Sur, un fenómeno climático natural a gran escala que conlleva fluctuaciones en la temperatura del Pacífico, por sus consecuencias climáticas. El Niño y La Niña son los componentes oceánicos, mientras que la Oscilación del Sur es el componente atmosférico, de ahí el nombre general de El Niño-Oscilación del Sur (ENOS).
Este se da en ciclos irregulares de entre 2 y 7 años y consta de 3 fases: El Niño, La Niña y una fase neutra, explican la Organización Meteorológica Mundial y la Organización Mundial de la Salud en sus webs.
Los efectos de cada iteración del fenómeno de El Niño/La Niña varían en función de la intensidad, la duración, la época del año en que se produce y la interacción con otras formas de variabilidad climática.
Por ejemplo, El Niño puede alterar la corriente en chorro, secando el noroeste de Estados Unidos y empapando el suroeste con lluvias inusuales.
Su contrapartida, el patrón frío –La Niña-, puede empujar la corriente en chorro hacia el norte, secando el suroeste de Estados Unidos y provocando sequía en África oriental y haciendo más intensa la estación de los monzones del sur de Asia.
Para este trabajo, los investigadores utilizaron la misma herramienta de modelización climática empleada por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para intentar proyectar el cambio climático en el futuro, con la salvedad de que la ejecutaron al revés para ver el pasado profundo, explica un comunicado de Duke.
El equipo modelo paleoclimas en intervalos de 10 millones de años durante los últimos 250 millones de años.
Los experimentos del modelo se vieron influidos, entre otros, por la distribución tierra-mar (con los continentes en distintos lugares), la radiación solar y el CO2, explica Shineng Hu, de la Universidad de Duke. La simulación tardó meses en completarse.
Según detalla Hu, En algunos momentos del pasado, la radiación solar que llegaba a la Tierra era un 2% inferior a la actual, pero el CO2, que calienta el planeta, era mucho más abundante, lo que hacía que la atmósfera y los océanos fueran mucho más cálidos que en la actualidad.
El estudio encuentra factores atmosféricos y oceánicos que influyen en la amplitud de ENOS desde la era Mesozoica.
Además, muestra que las 2 variables más importantes históricamente en la magnitud de la oscilación parecen ser la estructura térmica del océano y el “ruido atmosférico” de los vientos superficiales oceánicos; a esta última no se había prestado la suficiente atención, según los autores.
Hu compara la oscilación con un péndulo. El ruido atmosférico -los vientos- puede actuar como una patada aleatoria a este péndulo; la investigación constata que ambos factores son importantes para entender por qué El Niño fue mucho más fuerte antes que ahora.
“Si queremos tener una proyección futura más fiable, primero tenemos que entender los climas pasados”, concluye el científico.
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